domingo, 29 de mayo de 2011

Mi confrontación con la Docencia

Estaba aún en la preparatoria en quinto semestre y todavía no decidía que carrera estudiaría, era el año de l989, yo contaba  con casi 17 años de edad, en ese tiempo tuve la oportunidad de ingresar a la Escuela Normal Teotihuacán, cosa que desdeñé, pues según yo mi meta no era ser maestro. Mi sueño primordial era  ser reconocida en mi comunidad y en ese tiempo como joven e inmadura veía la carrera de profesor como poca cosa. Después de pensarlo y ver las aptitudes con las que contaba decidí estudiar la carrera de Ciencias de la Comunicación por cuestiones económicas no presente inmediatamente el examen de admisión en la universidad. En Marzo de 1990 se abrió cerca del lugar donde vivía una Coordinación de Zona del INEA como yo cubría los requisitos me fue fácil ingresar conseguí la plaza de Coordinador Técnico de  Zona  (lo que ahora es Técnico Docente) El trabajo consistía en asistir a las comunidades, capacitar asesores y formar grupos de personas adultas que quisieran concluir sus estudios básicos de primaria o secundaria o en su defecto aprender a leer o escribir. Así trabajé por más de un año pero dentro de mis actividades y aunque ya era un buen trabajo para la edad que tenía (17) nunca deje de lado la idea de hacer una carrera profesional; entonces en mayo de 1991 ingrese a la Universidad  Autónoma Metropolitana Unidad  Xochimilco donde en agosto de 1995 concluí la carrera deseada. Cabe mencionar, que mi contacto en el INEA nunca se perdió,  después de renunciar en 1991 a la plaza de Técnico docente continué trabajando desempeñando diversas actividades tales como asesor, promotor  y al final hasta 1999 Coordinador Aplicador de Exámenes.
En l996 Estuve asesorando grupos de preparatoria Abierta, ese mismo año me fui al extranjero  y realice un curso de inglés   (oportunidad que me dieron unos familiares).
Cuando regresé del curso en 1997 entré a hacer mis prácticas profesionales en TV Azteca   pero como es un terreno muy peleado, me di cuenta que sería muy dificultoso colocarme en ese ámbito, así  que  comencé a buscar trabajo.
Siempre el área de Lenguaje y Comunicación por lo menos aquí en la región  es difícil de cubrir recuerdo que rápido conseguí clases de Español y metodología en una secundaria y preparatoria particulares. En este momento me viene a la memoria cuando di mi  primera clase y estuve frente a grupo no sabía como iban a reaccionar ya que  yo soy muy menudita delgada y no muy alta  y  tenía alumnos más altos que yo; sin embargo, tomé coraje y decidí echar mano de todas las habilidades que  en  mí profesión por  ende   había adquirido. Así es como me inicié de lleno como docente y aunque sabía que sí hubiera estudiado la Normal no habría tenido problemas no estaba arrepentida porque me sentía segura de los conocimientos que por mi perfil  manejaba en las materias que se me asignaban.
Aunada a esta oportunidad fui consiguiendo más horas en otras instituciones, cada curso que iniciaba y terminaba me iba llenando de satisfacción y de experiencia cuando hubo la oportunidad de colocarme en el Colegio de Bachilleres  del Estado de México no dudé ni un minuto en dejar las escuelas particulares por un lado, por la seguridad y estabilidad económicas pero, por el otro por la diferencia enorme que hay entre  un sistema particular  y uno  público (ya que soy de la opinión muy personal  que en las  escuelas públicas se nos permite  laborar de manera mas libre y el respeto entre alumnos y profesor es más auténtico).
Doce años después, las experiencias y aprendizajes adquiridos no los cambiaría por nada; aquí he crecido como persona y he apreciado sinceramente el valor que tiene el docente y aunque alguna vez en mí juventud desdeñe tal profesión ahora me siento orgullosa y feliz de haberme desempeñado en este campo, No sé  y nunca lo sabré si en mi profesión  original habría  tenido las mismas o más satisfacciones, pero ser docente cambio mi vida por completo. Compartir mis conocimientos con los jóvenes y saber que contribuye a su formación personal y profesional es una tarea que me llena de felicidad.
Como todos ustedes sé que el camino en esta labor no es fácil y que aun nos queda mucho por aprender y vivir pero solo le pido  a Dios la oportunidad de seguir con vida para disfrutarla al máximo superándome  día con día  dando  lo mejor  de mí dentro y fuera del aula.
Es agradable saber que mi sueño se cumplió pues gracias a que soy docente  las personas han reconocido mi trabajo en la comunidad,  he tenido la fortuna de  que mis alumnos consigan premios   en certámenes de oratoria y ensayo cuándo al principio ni siquiera se animaban a participar. Que un alumno te pida un consejo, te pida ayuda o simplemente que lo escuches, habla de que tu vida no ha sido en vano porque has  despertado  en ellos el sentimiento de confianza  algo que en nuestro trabajo a muchos nos cuesta lograr.
Quiero  decirles que estoy contenta de ser profesora de Nivel Medio Superior porque participar en la formación de personas, que  en esta etapa se encuentran conformando la base de su vida;  es una labor que volvería a realizar si me encontrará en la oportunidad de elegir mi carrera conociendo el valor, como ahora lo conozco, de lo indispensable que es nuestro trabajo: Ser maestro.
En relación con mi vida cotidiana, en donde como muchas mujeres mexicanas me desempeño como mil usos: madre, esposa, hija, profesora y estudiante les contaré como es un día en la vida de…
Trabajo en el Colegio de Bachilleres  Plantel 11 Otumba (en el Estado de México), mi casa (y por supuesto también la suya) está más o menos a 10 minutos del plantel, utilizando automóvil porque en transporte público son 20, después de levantarme muy temprano, arreglar hijas, atender esposo, preparar almuerzos y medio desayunar; salgo volada para llegar al trabajo. Sinceramente son pocos los días que no llego corriendo, aún así siempre me doy un tiempo para saludar a los compañeros docentes y administrativos que me encuentro de camino al reloj checador. Después de haber pasado la prueba del reloj me dirijo a toda  prisa a mi salón de clases (claro dejando atrás todo lo que no tenga que ver con mi trabajo en la escuela), siempre llego con una sonrisa y saludo cordialmente a los jóvenes, no así la respuesta de ellos es la misma; habrá algunos que ni siquiera voltean a mirarme yo no me incomodo por eso pues bien dice el dicho “No soy monedita de oro…” al contrario, les pregunto cómo se sienten, sí desayunaron, qué clase tuvieron y qué hicieron en  fin,  preguntas sencillas para atraer su atención. Después de observar que la mayoría ya está dentro del salón inicio mi clase.
¿Cómo la inicio? Bueno cuando se trata de tema nuevo realizo una serie de preguntas, a veces son dirigidas a alguien en específico, en ocasiones son para el que quiera d participe, si lo creo conveniente utilizando el pizarrón a veces les doy una explicación sencilla del tema y luego ejecutan actividades pero en ocasiones; empiezo con una actividad para llamar su atención y de la misma  actividad ellos obtienen, indagan o descubren la relevancia del tema    y cómo les sirvió abordarlo. Por la naturaleza de la materia las actividades son muy prácticas y enriquecedoras: socio-dramas, exposiciones, lecturas comentadas… así que el tiempo se me pasa y cuando menos me doy cuenta la hora ya se terminó, casi  nunca dejo tareas porque sé que  muchas ocasiones ellos no las realizan y optan por copiar, así que busco la forma de que realicen las actividades en clase. Con respecto al uso de la tecnología les diré que en mi plantel sólo contamos con un cañón, por tal motivo todo mundo se lo pelea, es por eso que cuando diseño actividades lo hago pensando en el tiempo y en la oportunidad de poderlo ocupar.
Si algo  me causa placer, es darme cuenta que los alumnos están contentos, pues eso me indica que la actividad les parece interesante. No siempre son los mismos resultados y cuando me doy cuenta de que el grupo se me está yendo de las manos, trato en la medida que el tiempo me lo permite de cambiar la estrategia, si  ya no fue posible tomo en cuenta la situación para que en otro grupo no ocurra.
Son pocos los trabajos para entregar que les pido y en caso de haber elaborado algún producto utilizo la coevaluación, así ellos se responsabilizan de la calificación de otros y yo tengo otra perspectiva cuando asiento la calificación del trabajo.
Me gusta comentar, a manera de retroalimentación las fallas en los trabajos o también los aciertos con el fin de que ellos externen  también su punto de vista sobre lo que les gustó o no  de la actividad. También no sé si a ustedes les habrá pasado, pero hay veces en que aunque te pares de cabeza el grupo o los alumnos nada más no quieren trabajar, entonces les doy parte de la hora para que platiquen y propongan ellos una actividad de cómo piensan  abordar el tema y entonces, si la idea no es muy descabellada llevamos a cabo su idea. (¡Ah! Pero esto no pasa muy seguido, porque el programa corre y el tiempo apremia, eso dice mi Subdirectora Académica)
Algo preocupante es la diferencia de participación que percibo con los alumnos  del turno vespertino y el matutino, los primeros siempre tienen mejores promedios y los segundos, faltan mucho, no quieren trabajar, siempre están cansados, debo confesar que con ellos muchas veces he utilizado el método conductista, ya que de alguna manera nos  exigen resultados.
Fuera de las aulas hay un ambiente  de amabilidad, comunicación e incluso de  amistad.
Algo que también me gustaría comentar acerca de mi trabajo, es que en este nuevo modelo educativo he aprendido a trabajar  a través de proyectos con mis colegas maestros; lo que produce en mi práctica docente una serie de puntos encontrados por un lado, se encuentra el gran aporte de ideas y lo que podemos construir juntos pero, por el otro, la apatía y falta de compromiso que se da a la hora de hacer realidad los trabajos, sin embargo considero que la  esta  forma de trabajo nos permite compartir y lograr cosas que individualmente habría sido imposible.
Aunado a estas actividades,   se ha sumado el trabajo que implica la especialidad; por lo que en más de una ocasión me he sentido agobiada, aún así he podido sacar adelante las tareas encomendadas y me es grato expresar que a partir de que me encuentro cursándola  he modificado en gran medida las estrategias y el  modo de impartir clase. La Especialidad ha contribuido con un cambio no sólo de mentalidad, sino de actitud; pues me he preocupado por incorporar herramientas de trabajo distintas que me sirve para  mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje y la relación con mis alumnos.    
Sólo me resta contarles que cuando mi turno  termina, debo confesarlo, regreso  cansada pero contenta a mi casa, porque un día más de trabajo  ha concluido.

 Atentamente. Esperanza Cano Vega

1 comentario:

HAYDEE CORDERO dijo...

Esperanza muy clara tu descripción y da pie a una propuesta